Hoy mismo, esta tarde, he recibido el aviso de que una rapaz
se encontraba depredando una paloma en una céntrica calle de Castro-Urdiales en la que vivo, sin dar mucha
importancia y después de que en este
mismo lugar, la pasada primavera, dos jóvenes halcones peregrinos
realizaban las prácticas de sus primeros lances de caza, he bajado cámara en mano y
me he llevado una buena sorpresa al comprobar que no se trataba de aquellos
halcones; pues no, era un gavilán, Accipiter
nisus, rapaz forestal, de hábitos muy discretos y alejado de la
presencia humana.
Con gran descaro esta rapaz se alimentaba en el suelo después
de abatir una paloma bravía en plena calle de la mar y a la vista de un montón
de transeúntes. No es una práctica común
y probablemente se trata de un ejemplar joven con unas disciplinas relajadas si
tenemos en cuenta los hábitos normales para esa especie.
Después de que un niño casi lo pisa, ha levantado vuelo se
ha posado en un cable y posteriormente en el alero de un tejado con la noche cayendo,
casi en un impulso solidario he arrojado el cuerpo de la paloma a un parterre cercano a la vista del
depredador, alejado del concurrido paso de esa castreña calle peatonal, más que nada, con la
idea de dar vía a la posible continuidad de la depredación de su presa.
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