Paiños europeos y de Wilson (2º por la izda) |
8:00 am, desde antes de salir el sol ya se dibuja la niebla
en las luces de las farolas de la ciudad de O Grove, nos anuncia una jornada
que se presenta con poco o nada de brisa marina, como estaba anunciado.
En los muelles del puerto pesquero, el Chasula, todavía
amarrado al pantalán, aguarda con los motores recién arrancados. Tras los
saludos y presentaciones de rigor, patrón y marinero inician la maniobra de
suelta de amarras, seguido dejamos atrás el puerto groveiro abriendo las
aguas de la ría, rumbo al océano
Atlántico.
El Chasula es un barco marinero de cerco, de madera,
adaptado para a la salida del público a la
mar, construido en 1959, Isidro Mariño lo
mantiene en perfecto estado de
conservación, con la madera a la vista que junto con el sigilo de los motores
le otorgan cierto grado de confortabilidad. Es una pura representación
viva de la cultura marinera gallega, a
los que nos gusta el patrimonio marino nos aviva la admiración.
La mar y la atmósfera están en
calma y así seguirán el resto de la jornada, el barco avanza suavemente rumbo
oeste, al rebasar Sálbora, algo más de una hora después de la partida, comenzamos
a sentir la suave influencia de las olas atlánticas, el periodo largo y la
altura de poco más de un metro mecen el barco en un suave vaiven al compas
de nuestra marcha. El viento sigue en calma y el sol tomando altura no es capaz
de disipar la niebla que no deja ver más allá de 50 metros.
Paiño europeo |
Poco a poco se iban dejando ver
las primeras aves marinas, gaviotas
patiamarillas y sombrías siguiendo la
estela, algunos alcatraces atlánticos se
acercan al rumor del barco con cierta altura dejándose adivinar entre la niebla, fugaces vuelos de paíño europeo se
adivinan entre la bruma aprovechando
con gran maestría el empuje de los senos de los trenes de olas. Una solitaria Gaviota de
Sabine sobrevoló fugazmente el barco. Pardelas baleares y pardelas cenicientas
se van dejando ver por goteo, las
condiciones atmosféricas no dan para más.
Avanzamos hacia el primer punto de ceba, donde la tripulación tiene previsto arrojar restos de pescado
y un preparado con grasa de pescado para atraer a las aves por
su olfato, tímidamente comienzan a llegar los primeros procelariformes al aroma del
preparado, a los pocos minutos ya se congregan una docena de paíños europeos y entre ellos, un Wilson, especie difícil de ver, más que nada por sus hábitos, originario del
hemisferio sur, durante el verano los podemos
ver aquí, justo antes
de su regreso a sus colonias de cría Antárticas
del hemisferio Sur y en esta temporada, precisamente en muy baja cantidad.
Paiño europeo y Gaviota sombría |
Paiño europeo |
Paiño europeo |
Mientras pasa el tiempo la
tripulación dispone un almuerzo a base de mejillones de la ría recién cocinados y un vino
Ribeiro, hay que reponer fuerzas… y que mejor manera.
La jornada va avanzando y la bruma
se resiste a despegarse de la mar, con rumbo norte a 12 millas de la línea de costa buscamos el
segundo punto de ceba, poco a poco la niebla va resumiéndose y dejando ver el horizonte marino,
simultáneamente empezamos a ver los primeros págalos grandes, que se acercan a
hostigar al grupo de gaviotas sombrías y patiamarillas que escoltan al Chasula en espera de su oportunidad.
La
calma facilita la observación de cualquier movimiento sobre la lámina de agua, se dejan ver varios
ejemplares de pez luna y un confiado pez espada.
Poco a poco el horizonte se despeja y el
sol comienza a calentar, asistimos al avistamiento de una balsa de paíños que
supera el medio centenar de ejemplares, descansan tranquilamente posados, no es fácil ver estas asociaciones y menos en el número de esta, más tarde veríamos otro grupo, de unos veinte ejemplares.
Al mediodía una sabrosa empanada
de bacalao y otro vaso de vino nos reúnen a todos en la popa del barco
en animada conversación y compartiendo experiencias de esta
maravillosa afición.
A las 15:00, seguimos navegando plácidamente
cuando venos una balsa de pardelas que llama nuestra atención, hábilmente el patrón
Isidro Mariño se dirige a su costado dejando el sol a nuestra espalda para las fotografías. Una decena de
pardelas cenicientas y unas pocas pardelas baleares componen el grupo que permanece al través
del barco durante unos silenciosos minutos que enaltecen el avistamiento.
Balsas de pardelas cenicientas y pardelas baleares |
Pardelas cenicientas y pardela balear (2º por la izda) |
Va llegando el momento
de regresar, dejamos la isla de Sálvora a estribor, enfilando el paso por Sagres,
que nos regala los imponentes paisajes
de los pelouros graníticos lavados una y otra vez por las
espumas marinas, que sirven de umbral a
la entrada en la ría y de posadero a la
importante población de cormoranes moñudos de la Ría de Arousa. El número de
especies vistas va creciendo según nos a cercamos a tierra: Gavión atlántico, Ostrero euroasiático,
Cormoranes grande o Vuelvepiedras se encuentran alimentándose cerca de las rompientes.
De
regreso al puerto de O Grove, el paso entre las bateas nos da la oportunidad de ver las últimas
especies de aves que utilizan estos espacios:
Garza real, Correlimos común o
gaviotas cabecinegra posados en las bateas aprovechando su tranquilidad
para descansar.
Sobre las 18:00 atracamos en el
pantalán, es momento de la despedida,
choque de manos y abrazos, es probable que no volvamos a vernos en meses
y tenemos un largo camino de vuelta a casa, todos con caras de satisfacción
como colofón a una buena jornada de mar.
Pardelas cenicientas y pardela balear en el centro |
Chasula amarrado al rompeolas de Castro en junio de 2015 |
Colaboración con el diario Faro de Vigo |