De siempre relacionamos la arribada de los gansos con la llegada del frío, es un conocimiento arraigado en la memoria colectiva
del pueblo, forma parte de una sabiduría que algunos llaman memoria comunicativa no escrita, construida, transmitida y compartida por el
grupo o la sociedad de forma oral, quien sabe desde cuándo.
Es un conocimiento primitivo, que nos relaciona directamente con
el medio, con la estación que se nos viene encima, que nos predispone a
afrontar los nuevos tiempos, dominados esencialmente
por la falta de luz y calor.
Cierto es que la observación y la escucha de los ánsares nos
evocan la llegada del invierno. Ayer, 13/11, fue ese
día del calendario en el que aparecieron los ánsares, abriéndose paso entre
la llovizna que abrazaba las cordilleras
prelitorales, al encontrar sus lugares de paso tradicionales cerrados por la
niebla, costeaban, vimos grupos grandes
sobre la mar y en el límite de la
niebla, hacia poniente.
Hasta 230 ejemplares, en 9 grupos, pasaron por la rasa costera
de Castro, en una desapacible tarde, luego por la noche, más, mucho más, ¿Quién
sabe cuántos? Se podía oír sus graznidos con ritmo constante, buscando la
cohesión del grupo, rasgando la tranquilidad de la noche.
Más observaciones, más detalles: Trektellen
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